Los clubes situados en zonas residenciales suelen ser muy apreciados por los vecinos que aman los deportes y la vida social que esos centros promueven y de cuya cercanía disfrutan, pero también pueden llegar a convertirse en una verdadera tortura cuando se los utiliza para grandes eventos deportivos y culturales, como partidos de fútbol, encuentros políticos, juveniles, religiosos, o recitales.
Lo saben muy bien los vecinos de, por ejemplo, River Plate en argentina como otros en la ciudad de México, ya que cada vez que se realiza un encuentro multitudinario son los vecinos, en primer lugar, los que padecen los efectos de los ruidos que provocan tanto los desplazamientos de personas como los festejos de todo tipo y la potencia de los equipos de audio utilizados en los grandes shows.
En oportunidades, llegaron a prohibirse distintos espectáculos, pues el impacto ambiental sobre los vecinos y sus viviendas era tan importante como para generar problemas en la salud de las personas y deterioros en la infraestructura.
No sólo los vecinos cercanos a esos centros suelen quejarse. También lo hacen muchos comerciantes que, lejos de aprovechar estos megaeventos para vender más, se ven obligados a cerrar sus puertas en caso de posibles disturbios.
Los operativos de seguridad, si bien necesarios, resultan muy engorrosos para los habitantes de los alrededores de esos centros de esparcimiento. Desde muy temprano en el día, cuando no la jornada anterior, sus barrios aparecen vallados por la policía, que sólo deja ingresar automóviles si el vecino acredita su identidad y morada, restringiendo así tanto su derecho de propiedad como el de circular libremente.
El rápido paso de las asistencias médicas, bomberos o defensa civil es también es un tema delicado cuando existen estos grandes desplazamientos de personas en zonas que han sido deliberadamente cercadas.
Un párrafo aparte lo constituyen los comerciantes ilegales que se asientan en veredas y calles durante los días de mayor actividad de los clubes, generalmente para vender souvenires no oficial, biene y bienes y vehiculos estacionados fuera del estadio.
A todo ello se suma el vandalismo y la suciedad en la que quedan sumidos los alrededores y no menos preocupante aún es la comercialización ilegal de alcohol , que, además de provocar daños a la salud de quienes los ingieren, generan incidentes.
Queda mucho por hacer en cuanto a esos controles y también respecto de la prevención en general (estudios de impacto ambiental, protección de personas y bienes, entre otras medidas).
Resulta una flagrante contradicción que frente a la salud que promueve el deporte, se insista en el error de construir estadios en barrios o zonas densamente pobladas